En la historia del drama moderno Ibsen desarrolla un papel fundamental.
Los críticos no coinciden a la hora de señalar las etapas en el teatro de Henrik Ibsen. Alfredo
de la Guardia, en “La creación espiritual de Ibsen”
distingue “tres épocas” (1850-1863, 1866-1873; 1877-1899). Por su parte, Martin Esslin señala tres “períodos” (1850-1873;
1877-1890; 1892- 1899);mientras que Siegfried Melchinger solo observa dos: (1850-1873; 1877-1899).
Jorge Dubatti considera que puede agruparse el
teatro de Ibsen en sucesivas instancias de un proceso de
investigación en las poéticas teatrales:
I. Instancia
de formación y búsqueda bajo el signo del
romanticismo (1850-1863): Catilina (1850), La tumba del guerrero
(1850), La noche de San Juan (1853), Dama Inger de Ostraat (1855),
Fiesta en Solhaug (1856), Olaf Liliekrans (1857), Los guerreros de
Helgeland (1858), La comedia del amor (1862), Madera de reyes o Los
pretendientes al trono (1863).
II. Consolidación
del proceso de investigación: dominio y cuestionamiento crítico de
las formas asimiladas y fundación de un campo de saberes poéticos
específicos, a partir de absorción y transformación crítica,
superadora del romanticismo y el giro hacia el realismo (1866-1873):
Brand (1866), Peer Gynt (1867),
La coalición de los jóvenes (1869) y Emperador y Galileo
(1873).
III. Perfección del drama moderno a
través del realismo social (1877-1884): Las columnas de la sociedad
(1877), Una casa de muñecas (1879), Espectros (1881), Un enemigo del
pueblo (1882), El pato salvaje (1884).
IV. Ampliación
de la poética del drama moderno: pasaje al realismo de introspección
psicológica y recurso al “transrealismo” (Guerrero Zamora) por
medio de la incorporación de procedimientos del simbolismo y el
primer expresionismo (1886-1899): La casa de Rosmer (1886), La dama
del mar (1888), Hedda Gabler (1890), El constructor Solness (1892),
El niño Eyolf (1894), Juan Gabriel Borkman (1896), Cuando
despertemos los muertos (1899).
Se produce una
transformación dentro del realismo: del que propone modelos de
funcionamiento social -a partir del contraste con el comportamiento
individual-, al realismo de introspección, que se interna por
territorios menos conocidos y poco previsibles de la conciencia, de
dominios más desdibujados. Es entonces cuando Ibsen da cabida a
los procedimientos del simbolismo.